miércoles, 28 de agosto de 2013

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ser un gordito con mi gordita feliz
no preocuparme ya nunca más del pelo
no haber leído nunca nada
muy feos mi gordita y yo
no sabríamos de geografía 
no sabríamos de arte
mi gordita y yo no sabríamos de nada
un poco de cocina si
algo de crianza de animales
y poco más
mi gordita tan idiota como yo
cómodamente instalados en la vida
sin hablar con nadie
sin ver a nadie
es decir
toda la educación 
arrojada por la ventana
junto a los museos 
y las piscinas 
palurdos de piel colorada
despiojándose junto al fuego
mi gordita con dos únicos vestidos 
y un abrigo que le queda grande
y arrastra por el barro
cuando persigue mariposas
fácil divertirse si no hay preguntas
hacemos teatro mi gordita y yo
imitamos a dos jóvenes de pedigree
barón y baronesa desplumagallinas:
“debo decir que el jabalí estaba frío
y el lago tenía hoy un color desagradable...
el pequeño ha vuelto a dar trufas al caballo...
maldita sea
que alguien mande matar a ese ruiseñor 
que no me deja pegar ojo!”
reímos con nuestras bocas melladas
por lo demás contemplamos 
el paso de las estaciones
sin sacar conclusión alguna 
y quizá sea nuestro único temor
que un día nos encuentre el cartero.

domingo, 28 de julio de 2013

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Amor, toda esa agua que cruzó tu cuerpo
Y se fue como otra agua sabrosa por el desagüe 
Yo hubiera querido beberla como el mejor de los vinos.
Tú sabes cuánto me gusta lo que el día hace con tu cuerpo
Te quiero con todos los olores que traes de la calle
El café y el tabaco oscureciendo tu aliento
La promesa de lujuria de tus sobacos 
Todas las gotas que te cayeron de las entrañas.
Antes de la envidiosa ducha estoy yo
Perrito que gimotea oliéndote a distancia
Muriendo por jugar a reconocerte a separarte a definirte
De entre los otros olores del mundo que juegan a despistarme.
Yo te arranco de la oficina
De las avinagradas confidencias de pasillo
Te arranco del grasiento menú del día
De la precintada densidad de las tiendas
De los soportales regados con lejía.
Y con mi hocico, una a una
Te arranco miradas como aguijones
De todos aquellos que te miran porque te desean
Y entonces ya eres mía, sucia mía
Sucia sólo de ti misma
Para que mi corazón se revuelque
Y yo sienta mi vida un poco más limpia.



                                                                  * * *



Cada mañana era la canción
de buscar mis zapatos bajo tu cama,
mi ropa de la víspera, fría y somnolienta,
desperdigada por el parquet,
a esas horas ya débilmente iluminado
como para un ensayo de bailarinas clásicas.


¡Qué desordenados que éramos!
comiendo siempre a deshoras,
y bebiendo tanto...
yo entonces no sabía que habías
tenido problemas con la bebida,
y no te cuidaba.
En el amor siempre fui un ciego despiadado
de manos enguantadas.


Me vestía con sigilo para no despertarte,
una cortesía sin mérito alguno,
pues tú sabías que yo sabía que no dormías.
Nunca dormías.
Tus grandes ojos azules se abrían en la penumbra
para echar a un lado la pantomima.


Me acompañabas hasta la puerta
pálida como un fantasma, un poco ronca, descalza.
Rechazaba siempre el café,
pero no así tus primeros besos,
besos que me daban valor
para salir a la calle con la frente alta,
besos para que siguiera reconociendo
arrogantes maneras de príncipe desterrado,
en el joven punki vagabundo de la plaza Orwell,
besos para que mi cara desentonara en el metro,
besos para que yo, subordinadísimo feliz,
llegara a la oficina mal peinado,
con tartamudeo en los botones
de mi camisa vapuleada,
coquetamente asilvestrado,
demorándome en saludos de viajero recién llegado.


Enfermo de ti, bendiciendo a toda mujer sobre el mundo,
me masturbaba en el descanso para el almuerzo.


Enfermo. Reconciliado con la vida al fin.


* * *


El verdadero desastre está en todas aquellas cosas
que, sin que tuvieras que haber tocado
o ni siquiera imaginar que existían,
estuvieron cuando tú y yo aún.

Y todavía son,
y acumuladas tontamente,
todavía esperan
¿el qué?

Y no saben defenderse sino con un peso o un color
y persisten y son mías y son tuyas también.
Todas arrastradas a este presente que ya no es nuestro.
Sino para ti. Sino para mi.

¿Y hemos de vivir en esta autopsia que no queremos mirar?
vivir en este lento doble instante,
en el que mis manos y las tuyas coinciden
a veces,
en un mismo acto cotidiano.

y se acarician a nuestras espaldas,
ya descansen las tuyas sobre madera
y las mías envueltas en algodón tintado.
porque todo se toca y se pudre en supuesta armonía.

Los placeres antiguos fermentados en seudodramas
que con más o menos gracia contamos como una fábula,
con toda la moraleja atragantándonos.

Y es cierto que podemos burlarnos del destino
cuando lo dejamos plantado
como un grotesco enamorado de pie bajo la lluvia
con el pelo ridículamente pegado a la frente.

Y si me pidieras una lista de todas esas cosas
te indicaría una buena enciclopedia.
y si me dijeras que todas esas cosas ya eran antes del primer beso,
yo no te creería.


* * *


Unos innecesarios pelos en las orejas Otros caprichosamente aislados En la espalda, donde la mano no llega Prejuicios y manías bien asentados. No me importa si la leche está agria No distingo el puchero del cocido Me gustan todas las mujeres de la patria Pero antes de empezar me suelo dar por vencido. Yo sé bien lo que me pasa: tengo gastadas las espuelas El mundo se me hace más salvaje y más vasto Por eso te digo: roba ahora todos los besos que puedas Porque dos viejos besándose siempre darán asco.






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poemas de la brecha

Los depresivos solemos tener heridas en las manos
continuamente nos hacemos cortes, pequeñas quemaduras
extrañamente nos gusta estar en la cocina
nos herimos las manos y nos quedamos pensativos
a veces fumamos y nos miramos las manos
en realidad fumamos mucho y siempre nos examinamos las manos
son heridas sin importancia
poca cosa para lo que hay dentro
solemos comer de noche
durante el día vamos en blanco, livianos y transparentes
un estómago vacío, un vértigo constante
hace las veces de sintomática felicidad
en ocasiones soñamos con Aristipo de Cirene
y hundiendo la cara en los pliegues de la manta
aguantamos la respiración al menos una hora
el dinero nos proporciona una alegría muy rudimentaria
y en la medida en que nuestra existencia se desarrolla en un preámbulo
aborrecemos la seducción y toda la arquitectura que rodea al coito
la política del país nos deja fríos  
no nos dejamos abrazar facilmente
y se hace muy difícil engañarnos
nos vamos volviendo conservadores transigentes
y sin embargo nos echan de ciertos lugares
porque aullamos en vez de hablar
los árboles mecidos por el viento nos hipnotiza
descendemos hasta lo primitivo
nos cuesta cambiar las sábanas
despertamos una curiosa sospecha en todos los guardias jurados
vamos cargados de hombros
perpetuamente distraídos, nos herimos las manos
a veces nos dejamos llevar dócilmente hacia habitaciones personales
nos dejamos desnudar
nos dejamos chupar los dedos llenos de cortes
y hacemos el amor muy lentamente
regodeándonos en lo ridículo de la forma
conscientes y hostiles
y así podemos estar horas y horas.

                                                                      x x x



para dar esquinazo a un mal día
salí a dar una vuelta en bicicleta
por el paseo de Carlos I en hora punta
y volví con una lista dictada por el diablo:
corredores depresivos de ojos desorbitados
buscando a los 40 el cuerpo que no tuvieron a los 20
patinadoras en grupo medio desnudas
escultóricos muslos de pálido vello oxigenado
pescadores con capucha
fumando lo que les lian soñolientas mujeres desgreñadas
ciclistas equipados como astronautas
aficionados con cámaras de 5000 euros
esperando la sepia exquisita del sol agotado
muestrario de parejas recién hechas
tan bonitas que llegan a dar asco
viejos envidiosos con erecciones fantasmas
el nostálgico picor de un miembro amputado
familias de monstruitos paseando mascotas incomprensibles
culos apretados bajo tecnológicos tejidos avanzados
ganas de follar esponsorizando el aire
inaccesible juventud cortando el agua en piragua
dejándose infectar impúdicamente los labios la frente
las silenciosas rodillas por una luz solar que sonríe con todos los dientes
últimas bocanadas de mi juventud
tuve que cruzar la pasarela
para que una brisa sincera refrescara mis costados


y mierda mierda el cielo estaba tan precioso...

x x x

Esos montículos peludos llamados mamuts,
eran abatidos con argucias de enanos.
Suponían muchos días de abastecimiento cárnico,
y era divertida la sensación de dominar su potencia
reduciéndo la bestia a un manchurrón decorativo.

Perfecto que las mujeres fueran un poco más pequeñas,
se hacía más fácil arrastrarlas del pelo hasta el apartacueva
aunque luego, observando las últimas brasas, en secreta fantasía,
centuplicaba el tamaño de la hembra y soñaba con hacer espeleología,
y con el sílex dejar una firma en sus entrañas.

cuestión de tamaño, base del deseo erótico.

Imposible que veamos, más allá del consabido símil acuático de sus ojos,
las hordas de ácaros atiborrandose de legañas.

ojo ideado para el confort, justa medida en el límite de lo soportable.

Climatología habitable de nuestras bocas, cálidas penínsulas de nuestras lenguas,
flora y fauna que intercambiamos con el simple gesto del beso,
migraciones y microconflictos de aduanas que el herpes resuelve.

Ojo adaptado al poema tolerable, ojo desinfectante,
miradas desde la montaña a la pulga, pasando por el divino ocaso.
Dejemos que la ciencia nos muestre qué comió lo que comió la pulga.

y mientras tanto...

coquetos elefantes de bolsillo, celestes, rosados, y el más asequible tono estándar,
sustituirán a los terrier en los bolsos de las viudas adineradas.
Eritrocitos condenados por traficar con oxígeno adulterado.
Planetas, en el periodo que se quiera, para colgar del llavero.

Etcétera.

Una miga de pan se descuelga de una barba rala,
ésta cae durante millones y millones de años,
en esa miga, seres de innegable fortaleza:
erigiendo catedrales, proyectando destilerias,
ensalzando y tumbando gobernantes,
vigilando los tiempos de cocción.

A veces, uno de estos seres de incuestionable fortaleza, se urga la nariz de puro aburrimiento,
y con suma delicadeza coloca lo que extrae bajo un cristal de gran pureza,
y cerrando un ojo y acercando el otro a un extremo del visor, observa sin excesivo interés...

¡SALUDAD, MAMONES, NOS MIRA A NOSOTROS!


lunes, 15 de abril de 2013

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Punset, te invito a un café


Si es tal como ahora se dice y la gente obedece a sus instintos hormonales y se atrae mutuamente y se huele los genes sin darse cuenta y el hipotálamo lanza entonces sus jugos y uno decide que le gusta lo que tiene enfrente y todos los músculos faciales se ponen a trabajar a su aire y las pupilas se dilatan para enviar señales telepáticas hacia otros ojos y hacia otro hipotálamo que acusa recibo y también babea su jugo primitivo cerrándose el circuito y llevándolos a la cama donde esos cuerpos podrán entregarse al viejo rito que en ese momento les parece tan exclusivo e inevitable como inevitable la redirección perfecta de la sangre allí donde debe de estar llenando tejido esponjoso envolviendo piel y nervios presionando glándulas lubricantes para facilitar un acto que está tan bien diseñado que ni siquiera es necesario poner un poco de espíritu para llevarlo a cabo. Si todo esto es así, si la serotonina ilumina de fe pasajera el cerebro y soltamos un ´te quiero` entre jadeos de hiperventilación, si todo está tan bien calculado de antemano ¿Qué queda sólo de nosotros y para nosotros solamente?





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