miércoles, 7 de noviembre de 2012

5 poemas



No me fío de mí
Me plagio demasiado
Siempre cometo los mismos errores
Siempre caigo en los mismos fallos
Evolucionar…pero hacía donde?
Está bien, supongamos:
Que el corazón, aunque nos duela, no acertara nunca
Que entre dos rumores con el más feo nos quedáramos
Que nadie se llevara nada a la tumba
Que nos quedáramos mudos cuando había que decir algo
Que hiciéramos daño por placer o por castigarnos
Que trabajáramos para parecernos
Que vistiéramos para mezclarnos
Supongamos que sólo hubiera 7 notas musicales
Que el perro siempre ladrara de noche
Que sobre los novios arroz cayera
Que la vida fuera corta y los taxis un derroche
Que a ciertos países les costara vivir juntos
Suponiendo por suponer que todo así fuera
¿No sería para mudar de barrio, ciudad y hasta de mundo?

                                                                       * * *

Hoy la biblioteca pública hervía de fantasmas
Claro que en una biblioteca uno puede concebirlos
No digo parirlos, digo situarlos
Así como en cementerios y jardines traseros.
Poetizo demasiado: era ésta gente corriente
Con gran parecido a ilustres escritores muertos
(era como el colmo de la congruencia)

Meditaba yo sobre la ciencia exacta
Del hecho casual de toparse dos personas
Porque una de las cuales soñó con la otra
Una noche cualquiera de la semana pasada
Cuando un hombre cortó mi paso distraído
Menos esbelto, vestido con desgana
Pero juro que la cabeza con todas sus arrugas
Igualita era a la de Samuel Beckett.

Mucho suelo meditar yo en las bibliotecas
Por ejemplo sobre el deshielo de los peces…
Poetizo demasiado: simplemente me pregunto
Si el espectáculo reciclado de las cuatro estaciones
Llegará un día a aburrir al hombre
Y si todos esos libros se sienten cómodos
Dispuestos por sanguinario orden alfabético
Obligados a extrañas alianzas por puro azar…
Como todas las personas del mundo,
Y a que casas van y todo lo que en ellas ven.

Para abreviar diré que también estaban
Por allí José Bergamín, Bernard Shaw
Un casi Faulkner en chándal
Y un Muñoz Molina muy convincente…
Resultó que no todo iba de muertos.

Pero lo que más abunda de mañana a tarde
En la Biblioteca Pública
Anodinamente agazapados en sus sillones
Observarlos se ha convertido en un vicio
Que me distrae de mis meditaciones,
No se trata de autor sino de personaje:
Son los Humbert Humbert de cruzadas piernas
A montones, frente a frente
Como en terapia
Dolientes doloridos dándole al cerebro como nadie
Nunca pillé a uno solo con el libro del revés.



                                                                       * * *

- Si volvemos a ir al cine un domingo más,
Te juro que formaré un escándalo:
Nada más apagar las luces, me arrancaré la ropa,
Me abalanzaré sobre el tío que tenga más cerca,
Gritaré, gritaré mucho,
Vomitaré y diré obscenidades en francés.
Sabes que soy muy capaz de hacerlo.
-No, no iremos al cine.
Cuando me conociste
 Yo era poco menos que un mendigo
Que casi nunca tenía fuego
Y siempre llevaba en los bolsillos
Algo con lo que podías cortarte.
No hablaba mucho, cierto,
Pero mi palabra era lo único que tenía.
Callejeaba como un demente,
Sin buscar nada en concreto pero
Dándome cuenta de todo, sin yo quererlo,
Entonces llegaste tú y llegó también el cine.
A mí nunca me hizo mucha gracia,
Pero era bueno observarte llorar en los malos finales
O como me pellizcabas los huevos si me quedaba dormido
¿De qué vamos a hablar luego? Me decías.
Ese era otro pellizco en otra región más dolorosa.
A veces se estaba calentito
Y nos tenían que mandar callar,
No digas que no, pero
A mí nunca me gustó en realidad.
A ver que te parece esto que te voy a proponer:
Vamos al metro y paramos un tren.
Después nos disfrazamos de gentlemanes
Y arrasamos un banco, uno grande.
A continuación robamos un globo, uno grande,
Sobrevolaremos todos los barrios tirando billetes,
Algunos con tus besos marcados,
Ya verás tú la gente olvidando penas,
Mirando al cielo y sin pizca de vergüenza,
Por supuesto está permitido escupir a las hienas.
Nos quedaremos con algo,
Porque no somos tontos,
O al menos tontos muy ricos,
Y con eso compraremos vino, cocaína y pastelitos.
Por sorpresa aterrizaremos…
(¿Aterrizan los globos?
¿Se posan?
¿Atracan?)
Sobre la azotea de aquellos viejos amigos
Que por una cosa u otra ya nunca vemos.
Y para la calderilla que nos quede
Y para concluir una magnífica jornada,
Buscaremos un mendigo horriblemente mutilado:
Sin pies, sin ojos, y casi sin manos.
Le llenamos los bolsillos y si hace falta le rascamos,
Sin hacerlo fácil pero tampoco hiriente,
Y ya podemos coger el camino a casa,
Aptos para criticar, descomponer, despellejar,
Descascarillar a todo lo que tenga dientes,
A todo lo que respire, a todo lo que miente
O dice verdad.
Con absoluta inmunidad diplomática,
Como si el mundo entero
Se fraguara cada día en nuestra cocina,
Libres de pecado, invencibles, inmaculados,
A ojos de nuestra propia conciencia divina.

No, no iremos al cine.
Ni siquiera nos sentamos juntos la última vez.

                                                                              * * *

Sobre mi pequeño caballo islandés
Con varios kilos de cultura certificada en la mochila
Recorro la ciudad de día o de noche.
La misma ciudad donde se conocieron mis padres
Un domingo de mucho sol.
Mi padre iba en automóvil
Mi madre iba a pié
Y si he de creerlos
Según me contaron una sola vez:
Mi padre hizo sonar su máquina
Y mi madre que ya era boba se encandiló.
Es esta una ciudad muy triste
Con mucho sol.
No los culpo. No puedo
Es una ciudad tan bonita
Que aquí se enamoran los curas
Los perros los piratas
Y hasta el gobernador.
¿Por qué no ellos dos?

Pero no es justo. No lo es.

Se casaron
(un amigo periodista registró el suceso)
Mi padre era un buen trabajador
Se liaba con motores complejos
Como un corazón
Escupía fuego
Cagaba gasolina
Y era un insaciable fornicador.
Mi madre preñada se hacía con libros de recetas
Y entre menú y menú escribía malos versos de amor
Escurría telarañas cantaba bailaba
Y aprendía unas 5 palabrotas nuevas
A la semana.

Mi pequeño caballo islandés
No me pide susurros ni agua ni pan
Ni le importa otra cosa, ni sabe otra cosa
Que sea no llevarme por esta triste ciudad
Tan bonita
Que mi padre ya era mi padre
Antes de mi edad
Tan bonita
Que mi madre aún no sabe
Ni siquiera sospecha
Que nunca salió de la cueva de alí babá.

No, no es justo. No lo es.



  
                                                                         * * *                               
                                                                        

Arriba niños, anoche hubo ventisca
Estaremos aislados muchos muchísimos días
Subíos el cuello del abrigo
¿No os acabo de decir que anoche hubo ventisca?
Todos los pájaros están callados
Yo creo que los mató el frío
Poneos guantes y botas y llevad un cuchillo
¿Sabíais que bajo la nieve hay lobos dormidos?
No os soltéis de la mano
Avanzad en absoluto silencio:
Sabed que al alud le basta un estornudo
No toquéis la nieve: por dentro está ardiendo
Ni la miréis mucho rato:
No abriré esta puerta a ningún niño ciego.
Y si os llegáis hasta el lago helado
Recordad que bajo ese falso suelo
Según me contó mi padre y a él mi abuelo
Hay al menos doce muertos bien conservados
Que a veces pegan su cara al hielo
Por no mencionar al monstruo antediluviano.
Dicho esto, salid y divertíos.                                                             

0 comentarios:

Publicar un comentario

    Quién soy