Tras el último beso se aconseja, aun cuando la punta de los dedos
estirados todavía se besan por la yemas, apropiarse de un buen sitio
junto a la baranda que delimita el espacio propio de aquellos que
emprenderán el viaje y serán por tanto despedidos, del espacio de
aquellos que se quedarán en tierra y se encargaran de despedir y que por
razones puramente estéticas suele estar situado a varios niveles por
encima del punto de embarque o en todo caso a su mismo nivel, pero jamás
por debajo.
En ese momento, mientras el viajero o la
viajera dan los primeros pasos solitarios, sumando distancia y todavía
no se han vuelto una sola vez se deberá optar al menos por una de las
dos posturas más frecuentes y claramente diferenciadas en la naturaleza
de su mensaje.
1) Se inclina el torso, se apoyan los
codos en la barandilla, se juntan las manos en forma de ruego, esto es
entrecruzando los dedos formando así el gran puño de los deseos. En una
palabra, se acoda uno en la baranda. Las piernas suelen permanecer
ocultas de modo que cada cual las coloque de aquella forma con la que se
sienta más a gusto. Si no fuera así, es decir si las piernas estuvieran
visibles para el viajero, se evitará el cruzamiento de piernas
culminando con apoyo de puntera ya que muy probablemente reste
credibilidad al conjunto. Con esta postura se pretende decir:
a)
Creía que cuando te viera partir sabría llevarlo con más entereza, hace
apenas dos minutos lo pensaba, hace apenas unos segundos te besaba como
un padre o como una madre besan para ahogar y despejar el camino de
todos los monstruos de todos los árboles caídos de todas las tormentas.
Pero ahora, aquí mismo, con una lucidez que mastico a cada paso que das
, me doy cuenta que bien puede ser que yo haya traído una red llena de
agujeros o haya supervisado un camino equivocado o no haya presurizado
correctamente esta escafandra y me esté ahogando con mi propio alter
shave.
b) Es posible que estos últimos días no haya
estado a la altura. Es más que posible que estos últimos días yo haya
estado como dos o tres notas por debajo del tono que te mereces. Es
seguro que alguna vez en estos últimos días yo me haya dejado llevar por
la situación como una cosa más o menos muerta flotando por un río o que
tú me hayas tenido que mantener a flote y estar igualmente atenta para
evitar que en ningún momento yo encallara en las orillas de esa misma
situación. Es muy posible también que ya me hayas perdonado y que sepas
que yo no permitiré que vuelva a pasar.
c) Que
lástima me da que te vayas, así con tanto equipaje entre tantos
desconocidos con equipajes y que esta noche duermas tan lejos y cenes
algo distinto, algo que no oleré siquiera, y que luego seguramente
hablemos por teléfono y suceda que un carraspeo o una somnolencia
repentina y una pereza consentida nos avise de que tan sólo hace unas
horas que te fuiste y que la distancia establecida es tan abstracta como
la miserable línea sobre el mapa.
2) Con los brazos
estirados apoyar las palmas de las manos sobre la baranda de separación.
Los hombros alzados como los de un malvado líder, piénsese por ejemplo
en algunas del variado registro de poses sobre balaustrada de Benito
Mussolini. Se permite o más bien se recomienda en este caso el
cruzamiento de piernas con culminación en apoyo de puntera. Con esta
postura se pretende decir:
a) Uno no puede evitar
pensar en el momento de la partida aunque este todavía quede lejos, no
es que quiera uno recrearse, ni mucho menos, pero es algo que siempre
está aunque se manifieste más que nada en las tardes o al cruzar
ciertas calles y cuando ya casi te has acostumbrado a ese olor de
repente llega el día y tienes que largarte y es como si te hubieran
presentado a alguien muy simpático pero al que le falta una oreja.
Porque todo esto si se piensa bien no deja de ser algo simpático, un
poco fastidioso quizás pero también simpaticón, porque tú y yo siempre
saboreamos el regusto a película o a telenovela que suele inspirar estos
momentos y es por eso que tus ojos y los míos se ríen.
b) Heme aquí querida persona, personita colosal, tal cual me ves,
erguido por los recuerdos y sereno como un león con tres cuarto de ñú en
las tripas. Que menos difícil resulta el dejar escapar aquello que
sabemos atado a nosotros por lazos tan esquivos como el escalofrío que
una ironía cifrada para todos los demás, durante un segundo nos conecta
la espina dorsal y nos pone cachondas como una mona.
c)
A veces me da por pensar que en realidad soy yo el que se va, el que se
aleja montado en un transatlántico mientras tú permaneces quieta en tu
asiento y todo lo demás, todo, se va moviendo a tu alrededor. Pero
luego me cuentas sobre el extraño que se sentó a tu lado y que olía a
soltero o a escombros de sótano o que hablaba de su trabajo como si
estuviera confesando llevar una bomba atada a la cintura o sobre la niña
superdotada que hacía preguntas indiscretas con la seriedad y el
desapego de una psiquiatra finlandesa y me doy cuenta entonces que soy
yo el que ha permanecido todo el tiempo en el mismo sitio.
Ni que decir tiene que antes de la primera vuelta de cabeza del
viajante ya hemos de tener perfectamente ejecutada cualquiera de estás
dos posturas básicas que dependiendo de la duración de la ceremonia
serian susceptible de evolucionar, con ligeros desplazamientos del
centro de gravedad y unos mínimos avances gestuales, hacia expresiones o
mensajes de despedida provistos de una gama de tonos mucho más amplia.
Se requiere mucho ensayo y mucho estudio así que de momento nos
limitaremos o nos conformaremos con estas dos que, naturalmente, deberán
ser acompañadas, en el caso de la primera postura tras una razonable
demora y en el caso de la segunda desde el primer momento, con adioses
de manos, besos al aire, movimiento de cabeza ligeramente descentrada
hacia un lado, sacadas de lenguas, etc. Todo ello, por supuesto,
constituye materia abundante para todo un curso aparte.
Se recomienda ser paciente, ser tenaz, ser terco y mantener los saludos
hasta el final, hasta la despersonalización de los andenes o de los
tubos de embarque, hasta que sencillamente la confusión de los saludos
que salen y los saludos que llegan se conviertan en una orgía de
extraños momentáneamente implicados en una misma separación.
miércoles, 25 de abril de 2012
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